jueves, 5 de septiembre de 2013

PRETEMPORADA ROBLEDANA


 

Como otros años hemos pasado unos días en la localidad madrileña de Robledo de Chavela, donde nos ha acogido espléndidamente la familia Goytre Samaniego.
Hasta allá fuimos Ilde desde Granada, Justo desde León y Ana y yo desde Córdoba. El objetivo era empezar la nueva temporada haciendo unas rutillas en bici y sobre todo comer buena carne regada con buen vino, y así fue.
Las rutas fueron tranquilas y demostraron nuestro conocimiento del terreno. Y después de cada ruta nos esperaba un buen aperitivo y una inmejorable comida.
Así que sólo nos queda agradecer a nuestros anfitriones su hospitalidad y esperamos volver los próximos años.





                                                                         Los anfitriones


martes, 3 de septiembre de 2013

CRÓNICA DOLOMÍTICA

DÍA 0. El Viaje.

Luismi y Toni nos esperan en Madrid. Pani y yo recogemos a Ana a las 23:00 en La Granjuela y tiramos para la capital. A la mitad del camino, cerca de Trujillo, la furgo dice que sigamos nosotros, que ella pasa de seguir, y nos deja tirados en la autovía a la una de la mañana. Empezamos bien.
Llamamos al seguro y mientras nos recogen sólo oímos voces y tiros no muy lejos. Inquietante.
Llega la grúa, el taxi y nos llevan a un hotel de 4 estrellas. Lo disfrutaremos, aunque sea por unas pocas horas.

                                            
Nos levantamos pronto y en en el taller nos dicen que se le ha ido el turbo a la furgo. Taxi para Cáceres, pillamos un coche de alquiler y para Madrid. La furgo se queda en Trujillo.
Según llegamos nos recogen Luismi y Toni y del tirón para los Alpes.
Salimos a eso de las 16:00 y llegamos al camping de Campitello de Fassa, junto a Canazaei, para la misma hora, más o menos, del día siguiente.

DÍA 1. Ferrata: Roda di Vael y Majare.

Salimos en coche desde el camping hasta un funicular cercano. Lo pillamos y desde ahí pateamos una hora hasta el Refugio Fronza. Ahí decidimos hacer la ruta corta, aunque hay quien propuso hacer la larga. Es el primer día, vamos a ir con calma.

  
                                                           

Del refugio nos encaminamos al Paso del Coronel y tras una búsqueda infructuosa buscando un atajillo que nos lleve directos a la ferrata, tiramos por el paso de la Zigolade, subimos el Pas de Vaiolon y nos presentamos al pie de la ferrata a las 15:00. Vamos justos de tiempo si queremos pillar el funicular de vuelta y ahorrarnos un coñazo de bajada.
La Roda di Vael es una ferrata muy sencilla, ideal para los novatos y para ir pillando tacto. El Pani es el único que era novel en estas lides y se adapta a la perfección.

                                                                  
Una vez hecha esta descendemos un poquillo y en seguida conectamos con la ferrata Majare, un poco más larga que la anterior y más entretenida. Pero como íbamos a toda leche para pillar el funicular apenas pudimos disfrutarla. Y además para nada, ya que al final lo perdimos (algo que ya nos ocurrió hace cuatro años en nuestra anterior visita a estos parajes).



Finalizada la Majare descendemos hasta el refugio Roda di Vael, y Toni va penando en la bajada. Aquí descansamos un poquito y nos echamos nuestra birra media de rigor, que nos da la vida. Uno de los mayores placeres alpinos es echarse una birra fresquita tras varias horas de pateo.
Con mejor cuerpo iniciamos el descenso hasta el coche, hasta donde no llegamos hasta las 21:00.
Para ser el primer día 9 horas de pateo. No está mal. Menos mal que decidimos hacer la corta...
En Europa a las 22 horas es complicado cenar así que nos metimos en donde decidieron darnos de cenar mientras caía una hermosa tormenta alpina.
Al llegar al camping, Pani tiene que meterse con Ana y conmigo en nuestra "habitación" de la tienda. Frío no vamos a pasar, eso garantizado. En la otra duermen Toni y Luismi.

DÍA 2.  Ferrata: Brigada Tridentina.

7:00 horas en pie. No sé cual será el adjetivo apropiado para definir las agujetas que teníamos, pero son espectaculares. No eran piernas, eran agujetas en estado superlativo. Hasta el Pani tenía.
Salimos con el coche y tras subir un par de puertos aparcamos el coche. Desde aquí el acceso a la ferrata es muy rápido, 10 minutos. Al ser un poco tarde, son las 12:00, ya no encontramos a casi nadie. El horario español a veces sirve para algo. En los valles hace mucho calor, por encima de 30ºC, pero por aquí no tanto. Hacemos la ferrata en 3 horas y 15 minutos. Tranquilamente, disfrutando. Es una de las ferratas míticas de los Dolomitas, larga pero poco complicada.

 



 

Arriba, en el Refugio Pisciadu, cervezón, bocata y a disfrutar de las vistas. La bajada se realiza por una canal muy pronunciada y espectacular, y tras 6 horas totales estamos en el coche.

 

La bajada ha acabado de fastidiar a la Toni, que ya venía con las piernas regular y los pronunciados descensos de los dos primeros días acaban pasándole factura. El Pani se ha adaptado perfectamente a las ferratas como nos esperábamos, es una mala bestia. Luismi sigue siendo el jefe. Ana sube perfectamente y cada vez baja mejor, aunque sus botas nuevas empiezan a dejarle un lindo recuerdo. Y yo sin problemas.
En el camping Luismi se curró una pasta con verduras y carne picada de escándalo. Y a dormir.

DÍA 3. Ferrata: Finanzieri.

A las 7:00 en pie de nuevo. Desayunamos, hacemos los bocatas (gran variedad de embutidos locales) y nos piramos.

  

Cogemos el funicalar hasta el Refugio Ciampac y desde este accedemos rápidamente hasta el inicio de la ferrata. Toni no puede acompañarnos esta vez. No puede. Decide descansar a ver que pasa.



La ferrata es impresionante. Muy vertical. Espectacular. No apta para personas con vértigo. Técnicamente no tiene mucha complicación, pero es larguilla. En 2 horas y 50 minutos la hacemos. La ferrata termina en el alto de Colàc, 2.715 mts. Las vistas son impresionantes, con la Marmolada como testigo único. Nos zampamos el bocata en la cima junto a una familia alemana compuesta por matrimonio, hijos y abuela, e iniciamos el descenso, vertiginoso pero con un cable para mayor seguridad.

 

Tras 7 horas estamos de vuelta en el refugio, donde nos esperaba la Toni y el cervezón.
Esa noche cenamos en un albergue cercano al camping: gnocci, minestrone, pollo, carpaccio y bufé libre de verduras, que el Pani arrasó. Y a la cama prontito. Las agujetas aún perduran.

DÍA 4. Ferrata: Piz da Lech.


Tras el cotidiano ritual matutino nos dirigimos a la localidad de Corvara por el paso Pordoi. Allí pillamos un funicular más el telesilla, pero putada, al estar fuera del Valle di Fasa nuestro bono no nos sirve y tenemos que pagar 20 pavos por barba. Hoy Toni tampoco nos acompaña. No ha mejorado.
El tele nos deja a casi 2.500 mts, lo que se agradece porque la subida es larga y fea.

 

En 15 minutos estamos a pie de ferrata. Hoy encontramos más gente que otros días. La ferrata no es muy larga, pero tiene tramos más complicadillos, que se solventan facilmente. En  1 hora y 25 minutos está hecha y desde allí unos 25 minutos hasta la cumbre, el Piz da Lech, a 2.910 mts. Bocata y ante la amenaza de lluvia salimos rapidito y en otra hora estamos de vuelta en el telesilla.
Tarde libre en Canazei para hacer cosillas.


 



DÍA 5. Ferrata: Col Rodella.

Nos levantamos sin prisa ya que hoy nos marchamos del camping. Por cierto, un camping de lujo. Las duchas impresionantes y cagaderos magníficos. Además tenía una habitación donde poder cocinar y cenar, su nevera comunitaria, su sala de secado de ropa, sala de juegos...
Recojemos tranquilamente y reservamos noche en el Refugio Pian dei Fiacconi, donde pasaremos noche. Nos dicen que está a tope y que tendremos que dormir en el suelo. No hay problema.
Pagamos el camping (370 pavos 5 días y 5 personas) y nos hacemos una ferratilla antes de subir al refugio.


La ferrata del Col Rodella es muy sencillita y cortita (40 minutos), apta para todos los públicos. Hoy la Toni ya se anima y parece que el milagro se ha producido, está bien. Siempre hay que tener cuidadito con las rodillas, que te puedes golpear con la piedra.

 
                                                                
Por la tarde cogemos el funicular que sube al refugio de la Marmolada. Es simplemente espectacular.
Ya echábamos de menos el rollito refugio. Tiene su punto. Este en concreto es muy acogedor. Todo de madera, vistas espectaculares, gente amable y se cena que te cagas.

 
Para nuestra sorpresa nos dan una habitación y el refugio está semi vacío, ¿qué ha pasado?
A las 21:30 ya estamos acostados (se cena a las 18:30). Mañana promete el día.


DÍA 6. Ferrata: Marmolada.

Diana a las 5:00 y desayuno a las 5:30. A las 6:00 en marcha. Somos los primeros en salir. A pesar de que el cielo está bastante encapotado, confiamos en que no llueve, como sucedió ayer, aunque las previsiones no eran muy halagüeñas.
En hora y media estamos a pie de ferrata. Hemos atravesado un hermoso nevero y nos preparamos para una de las ferratas que más ganas teníamos. De vez en cuando se escucha algún ruido lejano, pero parecen aviones.
 

 

Desde el principio la ferrata es espectacular. Las vistas son impresionantes, sobre todo cuando comienzas a crestear. A los 50 minutos de comenzar, y ya en plena arista, lo que antes nos pareció un avión se repite, y se repite. Parece que ya no son aviones, ¡¡son truenos!! A lo lejos se ve algún rayo, y en pocos minutos pasa de chispear a caer granizo.

 

 En caso de tormenta hay que abandonar la ferrata, está claro. Estar unido a un cable de acero en plena tormenta no creo que sea lo más recomendable. Así que comenzamos a deshacer lo hecho, con el añadido de que la piedra resbala cantidad, y nos resguardamos en un pequeño refugio en la roca.



 

Cuando la tormenta amaina un poco acabamos de descender.
La decepción es mayúscula, pero en la montaña es lo que hay. Volveremos.
Regresamos al refugio, bajamos por el funicular y vuelve a llover, pero para no parar. Cogemos el coche y nos trasladamos a la zona de Brenta, a unas tres horas en coche. Allí haremos otras ferratas.
Llegamos a Madonna di Campiglio y allí preparamos las mochilas para tres días. Allí también llueve.
Pillamos el telecabina que nos deja en el Paso del Groste y desde allí nos dirigimos al refugio Tuckett, donde pasaremos noche. La hora y media de caminata casi no para de llover, pero vamos preparados.



En el refugio nos dan una habitación para nosotros solos muy chula y cenamos a las 18:30 muertos de hambre. ¡¡Y por fin nos dan canederli para cenar!! Son unas bolas de harina que se mezclan con diversos ingredientes, por ejemplo espinacas, y que están de muerte (como unas albóndigas gigantes de aspecto). A las 21:00 en cama reventaicos. Creo que nunca nos hemos acostado tan pronto.


DÍA 7. Ferrata: Sentiero Sosat y Boqueta Central.

Desayunamos a las 6:30, pagamos el refugio (están alrededor de 50 pavos con media pensión incluida y descuento para federados -aunque no todos) y nos ponemos en marcha.




Luismi nos lleva a carajo sacado, no podemos parar ni para hacer fotos. Al pasar por el refugio de Alimonta decidimos reservar para esa noche, y seguimos marcha. Ascendemos por un nevero, para el que los crampones no hacen falta pero que si los llevas vas más tranquilo, y nos situamos a pie de ferrata.


 





 Esta ferrata es muy sencilla pero es una de las más espectaculares que hay. Los paisajes son alucinantes y el patio (caída) es enorme. Pasamos al lado del Campanile Alto, una gran pared que es la delicia de los escaladores.

 

Al acabar la ferrata echamos una cerveza en el refugio de Brentei y desde ahí subimos hasta Alimonta, tras diez horas de pateo ese día. Se nota que es sábado, ya que el refugio está petaillo, pero cenamos estupendamente y conocemos una pareja catalana con la que charlamos en la cena. No es muy habitual encontrarse españoles por la zona.

DÍA 8. Ferrata: Boqueta Alta y Sentiero Benini.

                                                        
A las 6:00 nos despierta el rugido de un helicóptero que ha aterrizado en el refugio para llevarse a unos que se quedaron pillados toda la noche en una pared (o ferrata, según versiones). Desayunamos a las 6:30 y en marcha.


Hoy es nuestro último día. Todo lo bueno se acaba. La ferrata es la más alta de la zona, ya que alcanzamos alturas de más de tres mil metros. Os podéis imaginar cómo son los pasos y los paisajes desde esta ferrata. Al acabarla tras varias horas de marcha conectamos con el Sentiero Benini que nos llevará directamente hasta el telecabina. A las 15:15 concluimos el pateo y la marcha por esta vez.
 


Han sido 8 días en la cuna de las ferratas. Corto pero intenso. Si te gustan las ferratas tienes que venir aquí. Imprescindible.
Pasamos noche en el camping Faé, cerca de Pinzolo, y nos damos nuestro último homenaje en una pizzería que ya conocíamos de la anterior ocasión. Perfecto cierre a un viaje estupendo.